Por Noelia Serrano, COAG CLM
Y ahí, Manzanares y FERCAM son referencia por derecho propio. La Feria Nacional del Campo con más solera se reinventa de nuevo este año con la edición de una revista catalogo y una versión virtual que evidencia la capacidad de resiliencia de este evento. Tras superar las 60 ediciones, FERCAM han adquirido una relevancia tal que se convierte cada año en escaparate de la innovación y de la tecnología más representativa en el ámbito agrario global.
Es un hecho que en momentos de crisis y emergencias sanitarias volvemos a los básicos. Salud, seguridad alimentaria, sanidad pública, el hit «Resistiré» del dúo dinámico, la solidaridad, el reconocimiento del otro, el respeto a nuestros mayores, la ternura o el cuidado. Y ese estribillo del «Moving» de Macaco; «volver al origen no es retroceder, quizá sea andar hacia el saber».
La pandemia global nos ha hecho recular en lo sanitario, y olvidarnos de nuestras fantasías de inmunidad, y en lo agroalimentario nos ha ayudado a desterrar ese suicida mantra de la UE de principios de siglo: no importa desmantelar nuestro tejido productivo, nos abasteceremos de alimentos de terceros países a bajo precio. Depender del exterior para alimentarnos no es un buen negocio. Deslocalizar toda la producción industrial al sudeste asiático tampoco. Hemos tenido que poner 2 metros de distancia para volver a tener dos dedos de frente. Nuestros mayores, esa generación que ha sufrido con especial virulencia esta pandemia, nos lo han repetido desde niños hasta la saciedad: con las cosas de comer no se juega.
En este preocupante e inesperado contexto, se pone especialmente en valor el carácter estratégico de la actividad agraria. La seguridad y la soberanía alimentarias son una garantía para los ciudadanos y ciudadanas. El sector agroalimentario de la provincia está llamado a ser parte imprescindible en la reconstrucción económica y social de nuestra región.
Pero hay cuestiones directamente relacionadas con el sector productivo que siguen estando pendientes y que continuarán formando parte de la agenda política después de la pandemia. Son cuestiones sobre las que el sector agrario (organizaciones agrarias, cooperativas, ministerio y consejerías de agricultura de CC.AA.) tiene un amplio margen de maniobra para actuar mediante iniciativas innovadoras y políticas apropiadas. Me refiero, entre otras cuestiones, al relevo generacional, a la instalación de los jóvenes y mujeres en la agricultura, a la digitalización y la eficiencia energética (especialmente, en el regadío, aunque no sólo).
Estos vectores, que están interconectados, constituyen los grandes retos de la agricultura española y castellano-manchega si quiere seguir siendo un sector estratégico en nuestra economía después de la COVID-19. Pero no nos engañemos: Sin relevo generacional no hay digitalización en la agricultura, ni mejora en el bienestar animal, ni compromiso en la lucha contra el cambio climático, ni avance en la eficiencia energética, ni recuperación de la biodiversidad, ni apuesta por modelos más eficaces de vertebración profesional.
Y en ese sentido, es necesario potenciar espacios para compartir experiencias. Una feria de referencia como FERCAM es, además de un gran escaparate de la innovación agraria, uno de los grandes puntos de encuentro para facilitar la necesaria transferencia de conocimientos entre los profesionales del sector. Administraciones, organizaciones agrarias, cooperativas, universidades y centros de investigación debemos caminar juntos para crear un gran hub de conocimento agrario en la provincia que sirva a un doble objetivo: la atracción de talento y la consolidación de una modelo de producción más rentable para el agricultor y más sostenible para el planeta.
La realidad nos ha puesto los pies en la tierra. Sin hombres y mujeres trabajando en el campo, no hay alimentos. Sin alimentación, no hay futuro. Es estratégico para nuestra región revalorizar nuestra gran tradición agraria para hacerla contemporánea. Sumemos esfuerzos en torno a foros como FERCAM para conseguirlo.